HÍGADO GRASO NO ALCOHOLICO (HGNA)

El hígado graso no alcohólico (HGNA) se caracteriza por la acumulación excesiva de grasa en el hígado (>30% de los hepatocitos), con un consume escaso o nulo de alcohol.  Esta acumulación de grasa en el hígado es reversible. Sin embargo, se debe detectar a tiempo y revertir, pues esto podría cursar con casos más graves como esteatohepatitis no alcohólica, donde la acumulación de grasa en el hígado está relacionada con una inflamación de las células hepáticas, capaz de derivar en diferentes grados de fibrosis y cirrosis (irreversible). 

Entre los síntomas que produce, destacan la flatulencia (40%), las molestias en el hipocondrio derecho (30%) y la dispepsia (indigestiones en la parte alta del abdomen). 

Es muy importante conocer que el desarrollo y manifestación del HGNA está estrechamente relacionado con la resistencia a la insulina y el tejido graso proinflamatorio. Por ello, la pérdida de peso y, en concreto, de grasa visceral, es el objetivo principal del abordaje nutricional. 

EL HÍGADO

El hígado es el órgano digestivo más importante y el órgano bioquímico central, situado en el hipocondrio, en el lado derecho de la cavidad abdominal. Es, además, la víscera individual más grande del cuerpo

FUNCIONES

El hígado se encarga de numerosas funciones entre las que se encuentran: Obtención de energía, almacenamiento de sustratos energéticos, síntesis de grasa y colesterol, almacenamiento de vitaminas (A, D, E, K, B12, C), interviene en el metabolismo de la vitamina D y ácido fólico, detoxifica fármacos, producción de bilis, etc. 

PREVALENCIA

La prevalencia de esta patología en la población es del 20-50% y ocurre en más del 70-80% de los diabéticos tipo 2 (DM2). Además, el HGNA es la primera causa de hepatopatía en el mundo occidental.

 

RECOMENDACIONES NUTRICIONALES PARA EL HÍGADO GRASO

El objetivo principal del abordaje nutricional del hígado graso es la pérdida de peso, en concreto la pérdida de grasa visceral. Se debe tener en cuenta que, aunque la pérdida de peso pueda no llegar a ser significativa, la reducción de la grasa visceral intrahepática mejora no solo la patología hepática (reduciendo las transaminasas) sino también el riesgo cardiovascular asociado (reduce la resistencia a la insulina).

En cuanto a la dieta, se recomienda una restricción calórica (1200-1600 kcal/día) y una reducción del contenido en carbohidratos (< 50% de las kcal totales). Aún así, se debe tener en cuenta que una reducción calórica muy agresiva o dietas estrictas pueden llegar a ser perjudiciales, puesto que producen una migración de los ácidos grasos libres al hígado, a la vez que disminuye la disponibilidad de proteínas y otros nutrientes esenciales, lo que puede provocar efectos adversos en el hígado.

LOS CARBOHIDRATOS

Los carbohidratos se pueden dividir en carbohidratos simples (como el azúcar de mesa, la miel, el azúcar de la fruta y algunos vegetales) y carbohidratos complejos (pan, pasta, arroz, harinas, algunos cereales de desayuno sin azúcar, las patatas y las legumbres). 

En la dieta, se deben priorizar los cereales como la cebada, el centeno, la avena o el trigo sarraceno y reducir o evitar productos refinados como el pan blanco, pan de molde, el arroz blanco, las harinas refinadas, pan rallado, biscotes o picos, patatas fritas, cuscús, etc. 

Además, se deben incluir de forma diaria aquellos alimentos con carbohidratos no digeribles o ricos en fibra como son los granos integrales, las legumbres, los frutos secos, verduras (cebolla, espárrago, achicoria) y algunas frutas como el plátano, semillas y alimentos como el arroz o la patata si se cocinan y se consumen 24 horas después. 

LAS GRASAS

Dentro de este grupo, los ácidos grasos poliinsaturados (PUFA) tipo omega-3 y los ácidos grasos monoinsaturados se ha visto que pueden tener un papel protector importante para la prevención y tratamiento.

Fuentes Omega-3

Nueces, almendras, soja, aceite de soja y colza, pescados grasos (salmón, caballa, arenque, trucha, sardina) y blancos (lenguado, fletán, merluza, bacalao), simillas de lino o linaza molida, semillas de chía,  tofu, espinacas, brócoli, etc.

Fuentes ácidos grasos monoinsaturados

Aceite de oliva, cacahuete, colza, sésamo, aguacate y aceite de aguacate

Por otro lado, se debe reducir el contenido en grasas saturadas y en ácidos grasos omega-6 (aceite de girasol, margarinas, carnes grasas, hígado y huevo).

 

LAS PROTEÍNAS

Con respecto a las proteínas, es importante diferenciar el tipo de fuente (vegetal o animal). Un consumo excesivo de fuentes animales como la carne, se ha relacionado con el HGNA y la elevación de la transaminasa ALT. 

Debe asegurarse un correcto aporte proteico. En cuanto a la proteína de origen animal, los productos lácteos y las carnes grasas se deben reducir y sustituir por pescado y marisco. Por otro lado, se debe asegurar un aporte de proteína de origen vegetal mediante la ingesta diaria de alimentos como las legumbres (lentejas, garbanzos, judías, guisantes, etc.), cereales como la quinoa y teff, derivados de la soja como el tofu, así como los frutos secos o semillas. 

OTRAS CONSIDERACIONES NUTRICIONALES

REDUCIR LA INGESTA DE FRUCTOSA

La fructosa es un tipo de hidrato de carbono que se ingiere de forma principal en forma de sacarasa (azúcar de mesa), formada por cadenas de fructosa y glucosa. Aun así, existen otros tipos de alimentos que son fuentes de fructosa como la miel, las manzanas, peras y sus zumos. En cuanto a los productos procesados, se deben evitar aquellos que contengan fructosa como edulcorante (jarabe de maíz rico en fructosa). 

AUMENTAR EL CONSUMO DE ALIMENTOS RICOS EN POLIFENOLES, CAROTENOIDES Y GLUCOSINOLATOS

Incluye frutas y verduras de todos los colores, especialmente bayas, frutas de color naranja y amarillo, verduras de hoja oscura, plantas crucífera (repollo, brócoli, coles de Bruselas, coliflor), té o chocolate negro puro. 

AUMENTAR EL CONSUMO DE ALIMENTOS RICOS EN SELENIO

Son fuentes de selenio los siguientes alimentos (en orden decreciente según el contenido de selenio): Atún en lata, cordero, pollo, gallo, pasta, mejillón, caballa, gambas, bacalao, ajo, lenguado, arroz, piñones, champiñones, judías secas, avena, pistacho, almendras. 

REDUCIR O EVITAR EL CONSUMO DE ALCOHOL

Se producen efectos beneficiosos de la reducción del consumo de alcohol sobre el peso corporal y el bienestar físico y mental. 

ASEGURAR UNOS NIVELES ADECUADOS DE VITAMINA D

Se debe asegurar un contenido de vitamina D > 30 de 25-hidroxi vitamina D

AUMENTAR EL CONSUMO DE ALIMENTOS RICOS EN SELENIO

Con respecto a la dieta, debemos tener en consideración no solo el contenido en nutrientes y su ingesta en forma de alimentos, sino también el tiempo o el periodo de ingesta de estos alimentos. Por ello, otras estrategias dietéticas como el ayuno intermitente o la ingesta de energía restringida en el tiempo pueden ser interesantes para el tratamiento de esta patología. 

Por último, se debe tener en cuenta que no existe una dieta óptima para todos los pacientes y esta debería adaptarse a las características particulares de cada persona, siendo lo más importante conseguir una adherencia a la pauta y un cambio de hábitos. 

Una dieta variada, baja en grasas saturadas e hidratos de carbono de absorción rápida y con aumento del contenido de fibra y un control del consumo de proteínas, se considera una buena estrategia para abordar el hígado graso no alcohólico. 

Bibliografía

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